Diagnóstico inédito sobre mujeres privadas de libertad en Uruguay
La presente investigación se enmarca en el proyecto Crisálidas financiado por la Unión Europea, ejecutado por el CLAEH e Incidem y, con la participación activa del plenario de organizaciones sociales vinculadas a la temática.
El informe presentado es el primer diagnóstico sobre mujeres privadas de libertad que se realiza en el país, el cual se construyó a partir de la voz de las propias mujeres privadas de libertad. Para ello se realizaron entrevistas en profundidad, talleres focales y una encuesta representativa del universo estudiado. Durante los meses de setiembre y octubre de 2022 un equipo técnico ingresó a los establecimiento penitenciarios de Montevideo, Salto y Rivera para relevar la información.
La información relevada permite reafirmar que hay al menos dos características que homogenizan este universo. Por un lado, en su gran mayoría (cerca de 8 de cada 10) se encuentran en la franja etaria de 19 a 39 años y, por otro lado, dado el abandono temprano de la educación formal, la precariedad laboral, la maternidad temprana y otras variables asociadas, se obtuvo suficiente evidencia como para inferir que están ubicadas en los estratos menos favorecidos y más vulnerables de la sociedad.
Respecto a la autopercepción de la ascendencia étnico-racial, el 69,4% se identificaron como blancas, seguido de un 24% que declara ser afro. Este último dato llama la atención dado que representa al menos el doble del porcentaje presente en la población general, un 10,6%, según la Encuesta Continua de Hogares de 2008.
El nivel educativo de las mujeres privadas de libertad está por debajo de la media del país. El 74,7% no completó el primer ciclo de la enseñanza media, y el 94,7% no acreditaron segundo ciclo; la educación terciaria o universitaria es prácticamente inexistente. Las causales de desvinculación mencionadas por ellas son desinterés-desinformación, hijos-cónyuge, actividades de cuidados en el hogar, trabajo y consumo de sustancias psicoactivas. Según cambia el máximo nivel educativo alcanzado, las causales de desvinculación prevalentes también cambian.
La temprana deserción del sistema educativo formal, sumada a la maternidad temprana y a las tareas de cuidados, redunda en trayectorias laborales muy precarias, incluso dentro de la formalidad. Los relatos evidencian condiciones de trabajo precarias y la necesidad de recurrir a otras fuentes de ingresos (algunas ilegales) que les permitieran la sustentabilidad de sus hogares.
La mayoría de ellas están finalizando sus estudios dentro del establecimiento penitenciario, y visualizan este tiempo en el que están encerradas como una oportunidad que no tuvieron en otros momentos de su vida para finalizar sus estudios primarios y secundarios y así poder acceder a otras oportunidades de formación que mejoren su calidad de vida.
Por otro lado, es importante mencionar que un gran número de las mujeres entrevistadas contaron tener problemas de salud mental, padecer ansiedad, depresión y ataques de pánico. Manifiestan la necesidad que tienen de contar con un espacio donde las escuchen y poder contar cómo se sienten y lo que han vivido.
Consultadas respecto al egreso del establecimiento, un 46,5% de ellas manifiesta que su principal preocupación es no conseguir empleo, seguido de un 30,7% que manifiesta temor a no poder estar con sus hijos. Es en las más jóvenes donde aparece el temor a volver a consumir drogas.
Descargá el informe completo:
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