“Acá nos falta apertura. Seguimos siendo una sociedad machista”, explica Mariana Fernández cuando detalla las razones de por qué no se llenan los estadios en partidos de fútbol femenino o los auspicios de empresas no llegan para poder invertir en infraestructura para los diferentes equipos. Sin embargo, reconoce que desde que se legisló para que aquellos clubes que quieran competir internacionalmente con equipos masculinos se encuentren obligados a tener una división profesional y formativas de fútbol femenino, se han visto mejoras significativas. Esta apreciación, entre otras, fueron vertidas en la expedición anual: Mujeres con cancha.
Mariana Fernández creció en Trinidad, Flores, siempre cerca del Club Independiente. “El club de mi corazón”, aclara. Su padre la hizo hincha en su niñez y en 2015 le propusieron formar parte de una lista para integrarse a la directiva. Desde ese año combina su trabajo como repartidora de diarios con la dirigencia de fútbol. “Creo que somos un pueblo netamente futbolero. Respiramos fútbol”, explica cuando describe cómo es el interés de la ciudadanía y cómo fueron sus primeros pasos. A partir de su experiencia en el Club Independiente es que en 2018 forma parte de la directiva de la Organización de Fútbol del Interior (OFI) y actualmente ocupa el cargo de presidenta de la Comisión Fútbol Femenino en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).
“Cuesta pelear presupuesto para la mujer por lo que se genera a posteriori”, explica y, si bien apareció la televisación, estipula que los sponsors es la salida económica más viable. No obstante, advierte que uno de los desafíos tanto para las jugadoras como para ella misma como directiva es estar dispuesta a dar entrevistas, pero está convencida de que es la forma de conseguir mayor difusión para aumentar el público.
“Hoy estamos embarcados en un proyecto para tener nuestro lugar y la infraestructura necesaria para desarrollar el fútbol femenino”, proyecta y usa como ejemplo el esfuerzo que implicó la reconstrucción del Estadio Charrúa para que se pudiera jugar el Campeonato Sudamericado: “Me costó sangre, sudor y lágrimas”. Las instalaciones son compartidas con el equipo de Los Teros, de quienes dependen para los horarios de entrenamiento, y donde les gustaría tener sus propias oficinas.
Otro de los desafíos que se presenta, aparte de las instalaciones y los salarios, es adecuar un método de entrenamiento que tenga en cuenta el ciclo menstrual: “Yo creo que es como la salud mental y la nutrición. Es seguir aportando cosas para que el producto final sea bueno para el deportista y quien lo mira”.
También destaca que ha aumentado el público a pesar que los medios de comunicación por temas económicos no priorizan la difusión de los partidos. “Cuando encontrás al perfecto desconocido que mira fútbol femenino. Una sonrisa se te pinta en el rostro”, describe al explicar que le han comentado el nivel de algunas jugadoras de la liga que está integrada por 9 equipos, y que en 2023 participarán 11 porque hubo 3 ascensos y 1 descenso.
Admite que la presidencia es un desafío y considera que cuando se ocupa lugares así es necesario escuchar y delegar. Y si bien siempre se ha sentido respetada, cuando tenía reuniones con almuerzo de OFI y aún siendo una autoridad, aparecía el chiste que le tocaba lavar a las mujeres.
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